Nuevo Creyente: La Relación con la Iglesia

La Relación entre el Nuevo Creyente y la relación con la Iglesia

Por Pastor David Cox

Las ordenanzas de la iglesia

En este capítulo vamos a estudiar acerca de siete ordenanzas de la iglesia cristiana. La palabra ordenanza puede significar cualquier mandato o reglamento, pero en este capítulo la usaremos en un sentido más definido. Nosotros definiremos a la palabra ordenanza de la siguiente manera: “Una ordenanza es una ceremonia establecida por Dios que tiene un significado espiritual”. De manera que en estos estudios nosotros estaremos tratando temas que se refieren a algunas de las formas exteriores del culto que simbolizan verdades espirituales de la vida cristiana.





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Dios estableció estas siete ordenanzas para la iglesia cristiana a manera de hacernos recordar los grandes principios que rigen a la vida cristiana. Las mismas nos ayudan a mantener nuestra experiencia cristiana siguiendo los preceptos de Dios. Además, todas estas ordenanzas ayudan a la iglesia a guardarse pura y santa conforme al plan del Señor para la misma.

Por otra parte, las ordenanzas ayudan a cada nuevo convertido a meditar más en cuanto a su necesidad de la iglesia. Por ejemplo, el nuevo convertido se da cuenta de que él no puede bautizarse solo así como tampoco puede practicar la santa cena, el ósculo santo y el lavatorio de pies sin la compañía de la hermandad de cristianos. Nosotros necesitamos unirnos a una congregación cristiana para poder cumplir con estos mandamientos del Señor. ¡Jamás debemos pensar que podemos ser fieles en la vida cristiana sin cumplir con las ordenanzas de Dios para su iglesia! Dios nunca nos va a ordenar algo que no tenemos que cumplir. Él exige de nosotros una obediencia total.




Nosotros vamos a estudiar estas ordenanzas en el siguiente orden:

A.  El bautismo
B.  La santa cena del Señor
C.  El lavatorio de pies
D.  El velo de las mujeres cristianas
E.  El ósculo santo
F.  La unción con aceite
G.  El matrimonio santo




A.  El bautismo

1.  Ejemplos bíblicos del bautismo

Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia (Lucas 3.21–22).

Ya que el bautismo no fue practicado en el Antiguo Testamento entonces nos dirigimos al Nuevo Testamento para entender el origen, el significado y la manera de practicar esta ordenanza. El bautismo con agua se menciona por primera vez en conexión con Juan el Bautista. (Véase Mateo 3.1–6.) Jesús mismo fue bautizado por Juan, no porque necesitaba arrepentirse de algún pecado, sino como ejemplo para nosotros. En la iglesia apostólica los nuevos creyentes recibieron el bautismo como podemos apreciar en las siguientes citas bíblicas del libro de Hechos: 2.37–41; 8.36–39; 9.18; y 16.33.

2.  Los motivos para ser bautizado

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28.19).

Cuando nosotros nos convertimos en cristianos debemos desear seguir el ejemplo de Jesús y de los primeros cristianos en cuanto al bautismo. Además, Jesús mandó a los apóstoles que bautizaran a los nuevos discípulos que creyeran en él. Por tanto, creemos que el bautismo es un paso esencial en la vida del recién convertido y es también un acto de obediencia que no se puede dejar de cumplir. La Biblia se refiere al bautismo como “la aspiración de una buena conciencia hacia Dios” (1 Pedro 3.21). Es por eso que la misma enfatiza una y otra vez el hecho que el cristiano no puede desobedecer lo mandado por Dios y aún mantener una buena conciencia delante de Dios.




3.  Las condiciones para recibir el bautismo

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hechos 2.38). Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios (Hechos 8.37).

En estos versículos nosotros notamos que el que quiere ser bautizado primero debe arrepentirse y creer en el Señor. Los niños no necesitan el bautismo porque no pueden cumplir estas condiciones y porque ya son del reino de Dios. (Véase Mateo 19.14.) Sin embargo, los incrédulos no deben ser bautizados porque no han cumplido con las condiciones antes mencionadas. (Véase Mateo 3.7–8.) Ahora bien, los que han nacido de nuevo por el poder del Espíritu Santo y han dado prueba de una vida nueva en Cristo Jesús, sí deben ser bautizados conforme a lo que se nos enseña en las escrituras.

4.  El significado del bautismo

Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús (Hechos 10.47–48).

Al ver Pedro que Cornelio había sido bautizado por el Espíritu Santo (Hechos 11.15–16) no le quedó otra opción que bautizarlo con agua. De ahí podemos entender que el bautismo con agua es un símbolo del bautismo con el Espíritu Santo. La Biblia afirma que el bautismo con el Espíritu Santo es el acto que nos hace miembros del cuerpo universal de Cristo. (Véase 1 Corintios 12.13.) Esto ocurre en el momento de la conversión. Por esa razón entendemos que el bautismo con agua debe realizarse después de haber visto las señales del bautismo del Espíritu Santo en la vida de la persona.

Las personas que son bautizadas confiesan públicamente que Dios, por medio de la sangre de Jesús, las ha lavado de sus pecados y que tienen la conciencia limpia delante de Dios y los hombres. Si el candidato para el bautismo no tiene en su vida las señales de haber sido bautizado por el Espíritu Santo así como tampoco se aprecia que el mismo tiene un corazón limpio entonces el bautismo con agua no tendrá ningún valor para esa persona. Por otra parte, creemos que el bautismo es un acto externo que nos identifica con Cristo; el creyente manifiesta a todo el mundo que ya pertenece a Cristo.




Preguntas

1.  ¿Por qué es necesario el bautismo?
2.  ¿Cuáles condiciones uno debe cumplir antes de ser bautizado?
3.  ¿Puede alguien seguir en la vida cristiana si rehúsa el bautismo con agua?
4.  ¿Qué significa el bautismo con agua?
5.  ¿Cómo son lavados nuestros pecados?

B.  La santa cena del Señor

1.  ¿Cómo fue instituida?

Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama (Lucas 22.19–20).

La noche antes de la crucifixión de Jesús, él y sus discípulos se reunieron en Jerusalén para celebrar la pascua. El pueblo de Israel observaba esta fiesta una vez al año para conmemorar la noche en que Dios los libertó de su esclavitud en Egipto.

Al final de esta fiesta Jesús instituyó la santa cena, la cual también observamos nosotros para conmemorar los sufrimientos y la muerte del Señor por librarnos de la esclavitud del pecado y de Satanás.




2.  ¿Por qué la observamos?

Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga (1 Corintios 11.23–26).

Nosotros observamos la santa cena porque Jesús mandó a que lo hiciéramos. El Señor dijo: “Haced esto en memoria de mí” (1 Corintios 11.24). Creemos que cuando él nos ordenó que practicáramos tal ordenanza sin duda tuvo ciertos propósitos bien definidos. En primer lugar, Jesús deseaba que recordáramos su muerte por nosotros. Entendemos que el pan no se convierte en el cuerpo de Cristo ni el vino (jugo de uva) en su sangre; simbolizan su cuerpo y su sangre. De la misma manera que los granos de trigo tienen que molerse para hacer el pan, así el cuerpo de Cristo tuvo que ser quebrantado para que llegara a ser el pan espiritual del mundo. De igual modo, las uvas tienen que ser exprimidas para sacarles el jugo. Esto simboliza la manera en que Jesús derramó su sangre para dar su vida por el mundo.

Además, el servicio de la santa cena no sólo nos hace recordar acerca de la muerte de Jesús, sino también nos hace pensar en su segunda venida. Es por eso que la Biblia dice que así anunciamos su muerte “hasta que él venga” (1 Corintios 11.26). ¡Qué grandes bendiciones nos trae la participación en esta ordenanza! En verdad estos símbolos son el pan y la copa de bendición. (Véase 1 Corintios 10.16.)




3.  ¿Qué significa?

El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él (Juan 6.54–56).

Dios instituyó la santa cena no sólo para que pensáramos en la muerte de Jesús (pasado) y en su segunda venida (futuro); la santa cena significa algo más para nuestras vidas. Esto tiene mucho que ver con nuestra vida presente. Comer y beber estos emblemas nos enseña que Jesús es nuestra comida y bebida espiritual. Esto quiere decir que de él solamente es que nosotros recibimos vida. Jesús nos dio esta vida al morir en la cruz. Es por eso que nosotros recibimos esa vida sólo cuando morimos con él (esto es, morimos a nuestros deseos pecaminosos y nuestra voluntad carnal) para que también resucitemos con él a una vida nueva. Entonces la santa cena es un símbolo de nuestra unión con Jesucristo en su muerte y en su resurrección.

Dios nos enseña otro símbolo muy preciado para nuestras vidas en 1 Corintios 10.16–17. Aquí entendemos que la santa cena simboliza algo más todavía. Por ejemplo, se necesitan muchos granos de trigo para hacer un pan. Así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, la iglesia de Cristo. De esa manera la santa cena nos recuerda también la unidad de la iglesia.




4.  ¿Qué condiciones tenemos que cumplir antes de participar?

Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa (1 Corintios 11.28).

Ya que la santa cena simboliza nuestra unión con Cristo en su muerte y en su resurrección, creemos que nadie debe participar en la misma a menos que haya experimentado una verdadera conversión y esté viviendo en sumisión a la voluntad de Dios. Si nosotros comiéramos o bebiéramos en el servicio de la santa cena sin tener esta unión tan vital con él entonces sería como si nos burláramos del Señor. (Véase 1 Corintios 11.27.) Tampoco sería correcto participar en este servicio si uno estuviera viviendo en rebelión contra la iglesia, porque la santa cena simboliza la unidad de la iglesia. Por ello, la Biblia nos instruye a examinar nuestra vida antes de participar en la santa cena. ¿Acaso estamos a bien con Dios en nuestra relación con él? ¿Estamos en paz con todos los hombres? (Véase Romanos 12.18.)

5.  ¿Qué resulta si participamos indignamente?

De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. (…) Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí (1 Corintios 11.27, 29).

Ya hemos visto las condiciones que debemos cumplir antes de participar en la santa cena. Ahora en estos versículos citados nos damos cuenta de la condición terrible de aquellos que participan en la santa cena sin cumplir con las mismas. ¿Culpado de la muerte del Señor? ¿Comer y beber juicio para sí? ¡Qué nunca nos suceda esto! A fin de tratar de evitar estas cosas nosotros acostumbramos a tener un servicio especial de examen personal antes de la santa cena. Después de examinarse, cada uno da testimonio de que tiene su vida preparada en santidad para participar en la cena del Señor.

Creemos que es bíblico practicar una cena “limitada”. Esto quiere decir que sólo los que están en armonía con la sana doctrina del Señor pueden participar en este servicio. Lo hacemos así no porque juzgamos a otros, sino porque no queremos juzgarlos. Nosotros no tenemos autoridad sobre ellos, sino solamente Dios. Además, sólo así podremos mantener la santidad en la mesa del Señor.



Preguntas

1.  ¿Quién instituyó la santa cena?
2.  ¿Qué simboliza el pan y qué simboliza la copa en la santa cena?
3.  ¿Qué significa la santa cena en nuestra experiencia actual?
4.  ¿Qué nos enseña la santa cena acerca de la iglesia?
5.  ¿Por qué cada hermano de la iglesia debe examinarse antes de participar en la santa cena?
6.  ¿Cuáles son los resultados de participar indignamente en la santa cena del Señor?
7.  ¿Por qué debemos practicar una santa cena “limitada”?




C.  El lavatorio de los pies>/h3>

1.  ¿Cómo fue instituido?

Se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido (Juan 13.4–5).

La misma noche en que Jesús instituyó la santa cena, él también instituyó la ordenanza del lavatorio de los pies. Cuando Jesús comenzó a lavar los pies de sus discípulos, ellos no lo entendieron. No era una costumbre lavarse los pies durante la cena pascual ni mucho menos que fuera el maestro quien lavara los pies de sus discípulos. Pedro protestó para que Jesús no le lavara los pies, pero Jesús le explicó que era necesario porque tenía un significado simbólico.

2.  ¿Qué significa?

Jesús le dijo: El que esta lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. (…) Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. (…) De cierto de cierto os dogo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió (Juan 13.10, 14, 16).

Jesús le dio a entender a Pedro que esta ordenanza simboliza la limpieza del corazón. Jesús le dijo: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo” (Juan13.8). Esto quiere decir que si nosotros no somos lavados de nuestros pecados por medio de la sangre de Jesucristo entonces nunca podremos tener ninguna parte con él.

Esta ordenanza también simboliza nuestra buena voluntad de servirnos los unos a los otros. Por supuesto, este acto de servicio humilde nos recuerda nuestro privilegio de sobrellevar los unos las cargas de los otros. (Véase Gálatas 6.2.) Asimismo nos enseña que debemos ayudarnos unos a otros a mantener nuestro andar limpio delante de Dios.

Quizá la lección más importante para nosotros en esta ordenanza bíblica es la de la humildad e igualdad cristiana. En esta misma cena y estando todos sentados junto al Señor, los discípulos habían disputado quién de ellos sería el más grande. Entonces el Señor Jesús, quien es el más grande de todos, les enseñó por medio de este ejemplo que cada uno de ellos debía tomar el lugar de siervos. De igual modo nosotros hoy día, cuando nos lavamos los pies los unos a otros, recordamos que no debemos buscar hacernos grandes, sino siervos. Pues en la iglesia todos somos iguales. Nadie es mayor que otro.




3.  ¿Por qué lo practicamos?

Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. (…) Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis (Juan 13.15, 17).

Practicamos esta ordenanza porque nos enseña muchas cosas muy importantes que también estudiamos en el punto anterior. Además, para nosotros es muy claro que Jesús no nos dio este ejemplo en vano. Él nos dio este ejemplo para que hagamos como él hizo. En el versículo 14, Jesús dijo: “Debéis lavaros los pies los unos a los otros”. Aun un niño puede entender estas palabras.

En la iglesia apostólica los cristianos practicaron el lavatorio de los pies. (Véase 1 Timoteo 5.10.) Además, Jesús nos promete una bendición si lo hacemos: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si has hiciereis”.

Preguntas

1.  ¿Cuándo instituyó Jesús la ordenanza del lavatorio de los pies?
2.  ¿Cómo sabemos que la misma es una ordenanza también para nosotros?
3.  ¿Qué nos enseña esta ordenanza bíblica?
4.  ¿Cómo sabemos que Jesús quiso que sus seguidores practicaran el lavatorio de los pies?
5.  ¿Qué promete Cristo a los que obedecen este mandamiento?
6.  ¿Cómo sabemos que la iglesia apostólica practicó esta ordenanza?




D.  El velo de las mujeres cristianas

1.  La base bíblica

Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra (1 Corintios 11.4–6).

Creemos que en este pasaje bíblico de 1 Corintios 11.1–16 se encuentra la base fundamental para esta ordenanza. De ahí entendemos que esta ordenanza es un mandamiento del Señor y no un mandamiento de hombres.

A continuación vamos a notar algunos puntos con relación a los versículos citados.

Al referirse al cubrimiento de la cabeza, la Biblia no sugiere un sombrero o algo parecido, sino un cubrimiento que tiene un significado espiritual. En otras palabras, los hombres no deben cubrirse la cabeza porque eso sería una vergüenza y una deshonra para el Señor. Pero las mujeres sí deben cubrirse la cabeza, porque de otra manera ellas traerían vergüenza y deshonra tanto para el hombre como para Dios.

2.  Un velo (cubrimiento) artificial

Algunos enseñan que el velo no es nada más que el cabello de la mujer. No obstante, en el versículo 6 se habla claramente de dos cosas distintas: “Porque si la mujer no se cubre [con velo artificial], que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello [su cubrimiento natural] (…) que se cubra [con un velo artificial]”. Si este velo al cual se refiere la Biblia fuera el cabello de la mujer, ¿acaso se podría decir: “Si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello”? Al decir: “no se cubre”, se entendería que la misma no tendría cabello. ¿Cómo, pues, pudiera cortarlo? El único modo de entender este pasaje bíblico es reconocer que aquí se está hablando de un velo artificial que tiene un significado espiritual.




3.  El cabello largo, un cubrimiento natural

Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿No os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello (1 Corintios 11.13–15).

¿Qué del versículo 15? ¿Acaso no dice que el cabello es el velo? En primer lugar, nosotros debemos concordar en que el versículo 15 no contradice lo que dice el versículo 6 que habla acerca del velo artificial. La Biblia nunca se contradice. Resulta más fácil entender lo que significa el versículo 15 si entendemos que Dios lo escribió empleando una palabra distinta de la del versículo 6. En el versículo 6, Dios usó la palabra griega katakaluptomai; en el versículo 15, peribolaion. La primera se refiere al velo artificial de significado espiritual; la segunda, al cubrimiento natural, el cabello de la mujer. Además, el cubrimiento natural (que es el cabello largo de la mujer) es un velo (no dice el velo) dado a todas las mujeres. Este velo natural simboliza el velo artificial de las mujeres que desean obedecer a la palabra de Dios, pero no toma el lugar de este último. Por tanto, creemos que las mujeres ciertamente deben llevar dos cubrimientos: el cabello largo (sin cortarse) y el velo ordenado por Dios en forma de mandamiento: “Que se cubra” (1 Corintios 11.6).

El cabello largo de la mujer le es una honra a ella; cortarlo le trae deshonra. Pero a la vez, Dios no quiere que la mujer luzca su cabello para la gloria de sí misma, sino que se cubra su cabeza de manera que ella no le quite la gloria al hombre.




4.  Simboliza la sumisión

Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. (…) Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles (1 Corintios 11.3, 7–10).

Al leer estos versículos cuidadosamente nosotros podemos encontrar el propósito de esta ordenanza bíblica. Es decir, el propósito fundamental de lo que el velo simboliza. Toda mujer que cubre su cabeza con un cubrimiento de carácter espiritual da a entender que ella está en sumisión a las autoridades que Dios ha puesto sobre la misma. En el versículo 3 se explica el orden de autoridad dado por Dios. En primer lugar, Dios sobre todas las cosas; después, Cristo en sumisión voluntaria a Dios; después el hombre y finalmente la mujer. La mujer debe sujetarse al hombre así como Cristo se sujeta a Dios. Esto no es porque Dios la ha hecho a ella de menos valor o menos inteligente, sino porque Dios fijó este orden divino desde la creación. Precisamente es por eso que “la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza”. En este caso ese cubrimiento se refiere a un velo que es completamente visible a la vista humana y angelical. Los ángeles reconocen este velo de la mujer como una señal de piedad y pureza. Es por eso que las mujeres que lo llevan son dignas de su protección.




Dios estableció esta ordenanza bíblica en cuanto al cubrimiento de la mujer para recordarles a las mujeres su posición de sujeción ante Dios y los hombres. En el caso que ellas se rebelen, rechazando su lugar de sumisión, deshonran a su cabeza, o sea, a las autoridades que han sido puestas sobre ellas. Para una mujer rehusar llevar un velo sobre la cabeza es un acto de rebelión. Toda mujer que desea obedecer a Dios deseará cubrirse su cabeza y también guardar su vida en armonía con lo que simboliza tal cubrimiento.

5.  La costumbre de todas las iglesias

Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios (1 Corintios 11.16).

Todas las iglesias apostólicas practicaban esta ordenanza. Hasta hace unos pocos siglos muchas iglesias todavía practicaban la misma. ¿Por qué existen muy pocas congregaciones que en la actualidad practican este mandamiento de Dios? ¿Acaso ha cambiado la palabra de Dios? ¡En ninguna manera! El apóstol Pablo escribió parte de los mandamientos del Señor para la iglesia del Nuevo Testamento (1 Corintios 14.37), y no solamente para los corintios ni sólo para los cristianos del primer siglo, sino también para nosotros en la actualidad (1 Corintios 1.2).

Es por eso que nosotros entendemos que ya que el velo simboliza la posición de sumisión de la mujer (que nunca cambia), ya que el mismo debe llevarse puesto para orar y profetizar (que se hace en cualquier tiempo) y ya que el velo toma ejemplo del cabello (que no debe quitarse) entonces creemos que la mujer que desea obedecer a Dios debe llevar puesto un velo adecuado en todo momento.

Por otra parte, nosotros entendemos que debido a que la Biblia no fija exactamente la forma del velo, entonces creemos que la iglesia debe decidir en cuanto al material, el color y el modelo que cumple mejor el propósito del mismo.

Preguntas

1.  ¿Dónde encontramos el fundamento de la ordenanza del velo de las mujeres?
2.  ¿Qué significado espiritual tiene el velo?
3.  ¿Por qué, cree usted, que el cabello no es el cubrimiento espiritual?
4.  ¿Cómo deben tener el cabello las mujeres que desean obedecer a Dios? ¿Cómo deben tenerlo los hombres?
5.  ¿Cómo sabemos que este mandamiento debe ser practicado por la iglesia de hoy?
6.  ¿Cuándo las mujeres deben llevar el velo como un cubrimiento? ¿Por qué?
7.  ¿Quiénes deben decidir en cuanto al material, el color y el modelo del velo?




E.  El ósculo santo

1.  Tiene una amplia base bíblica

Saludaos los unos a los otros con ósculo santo (Romanos 16.16). Saludaos los unos a los otros con ósculo santo (1 Corintios 16.20).

La Biblia hace mención de  diferentes saludos. Algunos de estos saludos describen las costumbres más corrientes entre la gente de aquel tiempo. Existieron algunos saludos que variaban según el lugar y el período de la historia. Sin embargo, la Biblia establece un saludo para todos los cristianos en todas las épocas: el ósculo (o beso) santo practicado entre la hermandad. Al estudiar los versículos citados arriba nos damos cuenta que los mismos están dados en forma de un mandamiento que no debe ser confundido por medio del saludo común que practican las personas.

2.  Es un saludo de amor

Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén (1 Pedro 5.14).

Nosotros clasificamos el ósculo santo como una ordenanza de la iglesia porque simboliza lo que está en cada corazón cristiano: el amor ferviente por todos los hermanos. En la vida familiar el beso es una expresión de amor de la misma manera que lo es en la familia de Dios. El beso santo une los corazones de los creyentes verdaderos en un amor y en un compañerismo santo. Dios sabía de acuerdo a su consejo infinito que la práctica consecuente de esta ordenanza vivificaría el amor cristiano en su iglesia. No obstante, ¿quién se atrevería a decir que no necesitamos el amor que nace de un corazón santo?




3.  Es un saludo santo

Saludaos unos a otros con ósculo santo (2 Corintios 13.12).

Este saludo cristiano debe demostrar y describir la santidad que debe estar en el corazón del creyente. Por tanto, nosotros practicamos este saludo santo los hermanos con los hermanos y las hermanas con las hermanas. De otra manera el mismo perdería su santidad. Además, nos es necesario practicar esta ordenanza bíblica mediante una higiene estricta para no transmitir enfermedades contagiosas.

4.  Es para todos los hermanos

Saludad a todos los hermanos con ósculo santo (1 Tesalonicenses 5.26).

Está claro que nuestro amor debe ser el mismo para todos y sin parcialidad alguna. De acuerdo con lo que ha sido expuesto hasta aquí, nosotros saludamos a todoslos hermanos de la iglesia con el ósculo de amor. Creemos que no debemos usar este saludo como un ósculo de juicio al evitar a tal hermano tan sólo porque pensamos que el mismo no es digno de nuestro saludo. En este caso Dios no nos ha puesto como jueces. No obstante, si tal hermano hubiera pecado entonces la iglesia, guiada por los pastores, ha de tratarlo de acuerdo a lo que enseña la palabra de Dios con relación a los transgresores.



Preguntas

1.  ¿Por qué debemos practicar el ósculo santo?
2.  ¿Cómo difiere el ósculo santo del saludo común?
3.  ¿Qué simboliza el ósculo santo?
4.  ¿Quiénes lo deben practicar?

F.  La unción con aceite

1.  La base bíblica

¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho (Santiago 5.13–16).

No creemos que todos los cristianos tengan que ser ungidos con aceite. Lo cierto es que no todos se enferman. Sin embargo, si un creyente está enfermo y siente que Dios lo impulsa a pedir la unción con aceite entonces no debe tardar en obedecer.

El aceite se ha usado desde tiempos muy antiguos como un ungüento para curar. De manera que el mismo es también un símbolo muy apropiado del poder de Dios para sanar el cuerpo. Los discípulos de Jesús lo usaron con un significado simbólico en algunas de las sanidades que hicieron. (Véase Marcos 6.13.)




2.  Para la sanidad del cuerpo

Creemos que no es práctico que esta ordenanza sea practicada con alguna persona que esté a punto de morir y que ya no existan esperanzas de sanidad. La misma no es una unción para el alma. La Biblia claramente revela el propósito de esta ordenanza: “la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantara”.

3.  Llevado a cabo con la oración de fe

No es el aceite lo que sana al enfermo. Dios lo levantará por medio de “la oración de fe”. Tanto el enfermo como los líderes de la iglesia que suministran la ordenanza y todos los presentes deben tener fe que el Señor escuchará sus oraciones y sanará al enfermo si es su voluntad.

El enfermo y todos los que presencian la unción con aceite deben examinar sus vidas para asegurarse de que estén limpias de todo pecado. La Biblia dice: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados”. Dios no podrá honrar las oraciones y sanar al enfermo si las vidas de los presentes estuvieran manchadas de pecado.




4.  Suministrada a los creyentes enfermos por los ancianos de la iglesia

La Biblia enseña claramente quién debe solicitar la unción y a quién se debe llamar. El enfermo debe llamar a los ancianos (los pastores) de la iglesia. De este modo entendemos que esta ordenanza no es para los niños, porque ellos no tienen el entendimiento necesario para solicitarla; tampoco es para los incrédulos, porque ellos no son parte de la iglesia. Además, ni los niños ni los incrédulos cuentan con la fe verdadera para la sanidad hasta tanto no la tengan para la salvación. Como último punto, el libro de Santiago está dirigido a los hermanos (Santiago 1.2; 5.7, 9–10, 12, etc.) y los versículos acerca de la unción con aceite comienzan de la siguiente manera: “¿Está alguno entre vosotros afligido?”. Esto significa que sólo los que están entre los hermanos tienen este privilegio.

Al crecer en la vida cristiana y al acercarnos más y más a Dios, sin duda tendremos más oportunidad de practicar esta sugerencia divina para la sanidad de los enfermos.

Preguntas

1.  ¿Por qué la iglesia cristiana establece la unción con aceite como una ordenanza?
2.  ¿Cuál es el propósito de esta ordenanza?
3.  ¿Qué requisitos debemos cumplir para llevar a cabo la unción con aceite?
4.  ¿Para quiénes es esta ordenanza?
5.  ¿Quiénes están autorizados para suministrarla?




G.  El matrimonio santo

1.  Su significado simbólico

El matrimonio santo se ha clasificado como una ordenanza de la iglesia porque lleva en sí una ceremonia externa que hace la unión entre dos personas. Esa ceremonia la lleva a cabo el hombre, pero la unión interna es obra de Dios.

La vida matrimonial también contiene otro símbolo. La Biblia habla de la iglesia como la esposa de Cristo. La unión santa de los cónyuges en una relación íntima y recíproca para toda la vida nos ofrece una representación hermosa de la relación de Cristo y la iglesia. (Véase Efesios 5.24–25.)




2.  El origen del matrimonio

Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno (Marcos 10.6–8).

Jesús reafirmó que el matrimonio entre un hombre y una mujer fue el plan de Dios desde la creación. Dios el Creador lo instituyó así desde el mismo principio, y su plan nunca ha cambiado ni nunca cambiará. (Véase Génesis 2.20–24.)

3.  El propósito del matrimonio

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él (Génesis 2.18). Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Génesis 1.28).

Dios vio que no era bueno que el hombre estuviera solo. Fue así como él creó a la mujer para que ambos pudieran ayudarse mutuamente y propagar el género humano. La Biblia no ordena que todas las personas se casen, pero sí ordena que un hombre y una mujer se casen antes de vivir juntos. Siempre ha sido el plan de Dios que los hijos sean criados en la pureza y la santidad del hogar. Sujetarnos a su plan para el matrimonio nos trae gran bendición y felicidad




4.  La permanencia del matrimonio

Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre (Marcos 10.9). Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera (Lucas 16.18).

Otro punto del plan de Dios para el matrimonio se nota en estos versículos que acabamos de citar: que el matrimonio dura para toda la vida. El matrimonio une a los cónyuges por el resto de su vida, hasta que uno u otro muera. (Véase 1 Corintios 7.39.)

En el Antiguo Testamento se permitió el divorcio por la dureza de los corazones de los creyentes de aquel tiempo, pero ese nunca fue el plan de Dios para el género humano. Jesús enseña clara y enfáticamente que el divorcio no será permitido entre sus seguidores. (Véase Mateo 19.3–9.) El Nuevo Testamento permite una separación en ciertos casos, pero aun así prohíbe estrictamente las segundas nupcias. (Véase 1 Corintios 7.10–13.) Sólo la muerte puede romper los vínculos matrimoniales, y la persona que se divorcia y se casa la segunda vez mientras viva su cónyuge es llamada adúltera. (Véase Romanos 7.2–3; Mateo 5.31–32.)

5.  La poligamia prohibida

Pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido (1 Corintios 7.2).

Dios permitió a los que vivieron bajo el Antiguo Testamento tener más de una mujer, pero aun en aquel tiempo esto produjo mucha infelicidad y demasiados problemas. El Nuevo Testamento en ninguna manera autoriza esta práctica. La regla establecida por Dios en el principio y reafirmada por Jesús deberá gobernar nuestras relaciones matrimoniales: “El hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”.




6.  El “yugo desigual” prohibido

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? (2 Corintios 6.14).

Antes de la venida de Cristo, Dios advirtió repetidas veces a su pueblo Israel que no se mezclara con los pueblos idólatras uniéndose en matrimonios con ellos. (Véase Deuteronomio 7.1–4; Josué 23.11–13; Nehemías 13.23–27.) Según el Nuevo Testamento, la misma regla queda válida para nosotros en la actualidad. Sin lugar a dudas, el matrimonio del creyente con el incrédulo es un “yugo desigual” y viola el mandamiento de casarse “en el Señor” (1 Corintios 7.39). Si existen matrimonios de creyentes con incrédulos, Dios sabe que sucederá como sucedió con el rey Salomón: el compañero incrédulo tendrá una tendencia constante a desviar al creyente de la fe, y un hogar dividido así no podrá educar a los hijos “en disciplina y amonestación del Señor”. El camino del “yugo desigual” en el matrimonio conduce al desastre espiritual.




Preguntas

1.  ¿Qué simbolismo tiene el matrimonio santo?
2.  ¿Cuándo fue instituido el matrimonio?
3.  ¿Por qué Dios instituyó el matrimonio?
4.  ¿Qué enseñan las escrituras del Nuevo Testamento acerca del divorcio y las segundas nupcias?
5.  ¿Hasta cuándo duran los lazos matrimoniales?
6.  ¿Por qué Dios prohíbe la poligamia?
7.  ¿Por qué no debe contraer matrimonio un(a) creyente con un(a) incrédulo(a)?



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Publicado por

David Cox

Soy Pastor y Misionero en DF Mexico.

Un comentario en «Nuevo Creyente: La Relación con la Iglesia»

  1. EL BAUTISMO BIBLICO… Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hch.2:38) … JESUCRISTO es el n o m b r e del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mat.28:19) ….

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